Cargocultismo
Serie: Los N Pecados Capitales
Durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas americanas desembarcaron en muchas islas cuyos habitantes habían tenido poco o ningún contacto con la civilización occidental. Ante los ojos de estos nativos, se desarrollaba un drama sacado de la ciencia ficción: unos seres curiosos, venidos de muy lejos, que realizaban ceremonias incomprensibles, a través de las cuales obtenían un nivel de bienestar material antes desconocido en la zona.
Uno de aquellos seres, por ejemplo, pasaba horas hablando con una extraña caja de la que sobresalían cuerdas de metal. Al parecer, aquellas conversaciones con la misteriosa caja conseguían que en la isla se posaran gigantescos pájaros de hierro, procedentes de la tierra de los antepasados, de cuyos vientres se extraían toneladas de comida, armas y otros objetos deslumbrantes y probablemente útiles. No, no se trataba de dioses, pero era evidente que aquella tribu había descubierto cómo contactar con sus antepasados y recibir la correspondiente bendición material.
Llamaba también la atención el que buena parte de estos marines fuesen de piel oscura... como la mayoría de los nativos, pues he olvidado aclarar que mi historia tuvo lugar en la Melanesia. Esto hacía que la idea de contactar con los antepasados para recibir un cargamento resultase más creíble: los negros de aquella tribu lo habían logrado, ¿no? En la mente de estos melanesios comenzó a forjarse la image de un tal John Frumm (¿John from America, quizás?) un marine negro que prometía volver para ayudar a los nativos tras la guerra.
Naturalmente, terminó la guerra y John Frumm no regresó. O si regresó, no lo reconocieron. Ante la ausencia, ¿por qué no intentar seguir el camino de Frumm? Tallaron radios de madera de cocotero, y pintaron líneas con hollín sobre zonas despejadas. Nativos con hojas de palmeras en sus manos imitaban el código de banderas de los norteamericanos, con la esperanza que aquel baile que habían visto ejecutar a John Frumm atrajese el cargamento de los antepasados a las islas.
Aún hoy, "tropas" de melanesios desharrapados desfilan en algunas islas con rifles de madera al hombro. El fenómeno se conoce como cargo cult y, como puede sospechar, ha sufrido algunos cambios en su necesaria evolución. Por ejemplo, para algunas sectas, los blancos se oponen a revelar el secreto del "cargo", y periódicamente estalla la violencia contra los pocos occidentales que tienen a mano. Ha surgido también algún mesías nativo que ha reclamado ser un avatar de John Frumm, y ha propiciado el correspondiente cisma entre los cultocarguistas.
La Informática está llena de cargocultistas: personas que han visto a otras usar con éxito determinada técnica, y que luego se lanzan a repetir la ceremonia sin entender realmente de qué se trata. Por ejemplo, todo el mundo ha leído sobre la maravillosa revolución que se produjo cuando Santa Programación Orientada a Objetos se encarnó entre los mortales, allá por los tiempos de gloria de C++. Por lo tanto, cuando es necesario escribir una aplicación para bases de datos, intentan utilizar eso de los "objetos". Y establecen principios como: "sólo es profesional aquel que define una clase Cliente". O: "tenemos que usar UML, o Java, o servicios Web... aunque no tengamos ni puñetera idea de por qué, pues es lo que hacen los programadores serios". Amén, hermano.
Observe que el cargocultismo es un mal diferente del síndrome del pollo de Skinner. En este último, se cree en la existencia de una relación causa/efecto inexistente, mientras que el cargocultismo se basa en una conexión real, que verdaderamente funciona... excepto que el cargocultista no comprende por qué. ¿Otra diferencia? Nadie confesaría voluntariamente que actúa como un pollo de Skinner, mientras que el cargocultismo tiene cierta aura de respetabilidad a su alrededor. Cuestione a un cargocultista, y parecerá que está cuestionando los principios más básicos de la profesión.
Además, tengo mejor opinión de un pollo de Skinner que de un cultocarguista. En cierto modo, todos hemos sido pollos de Skinner: el aprendizaje y la experiencia son la medicina contra ese estado. Por el contrario, es difícil curar a un cargocultista.
Y es que, en este mundo, mucha gente sigue esperando el regreso de John Frumm.
Etiquetas: cargocultismo, metodología